INTRODUCCIÓN
El tacto del suave y cálido pijama de algodón me llena de paz, mientras observo las llamas brotar de la acogedora chimenea. Los copos de nieve caen y se depositan uno a uno en el alféizar de la ventana, como pequeñas plumas. Mamá me sonríe desde el sillón donde siempre escribe. Imagino todas las bonitas historias que su viejo libro, forrado de protector y suave cuero, esconde, con todo tipo de seres alegres y siempre, siempre felices. Me relaja ver como traza con la tinta de su pluma todas y cada una de las letras que hacen sonreír a esos seres. Entonces me concentro en su sonrisa. Es perfecta, con cada uno de sus blancos dientes en su sitio y sus labios rosa pálido creando una pequeña curva que me contagian a los míos. Algo en mí se estremece, y mi madre, llora, llora sin consuelo, y yo también lo hago. Desaparece. El libro ahora descansa solo acompañado de la pluma, en el suave sillón. Ya no lloro, solo busco a mi madre, mientras poco a poco me acerco inconscientemente al sillón. Más bien al libro que reposa sobre él. Cuando toco con la punta de los dedos el suave cuero, oigo un estremecedor grito, que sitúo en la garganta de mi madre.
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